miércoles, mayo 12, 2010

Crisis para legos en la materia (parte III)

Pues sí, parece de manual. Ya sé que hace tiempo que prometí esta entrega, pero es que cada día pasan nueva página del Crisis Solving For Dummies…

En fin, al lío. Si metemos en una coctelera una crisis de liquidez bancaria, que a su vez supone un embudo en la financiación comercial de varias empresas, con la consecuencia de dificultades en los pagos a proveedores y abono de nóminas de trabajadores, consumiendo éstos menos y estrangulando los ingresos de otras muchas empresas, implicando despidos y, por consiguiente, incrementos en los abonos de temporada de los Servicios de Empleo y sus correspondientes prestaciones por desempleo, que acarrean inevitables impagos de préstamos al consumo e hipotecarios, que agravan aún más los balances de las entidades financieras y éstas a su vez se muestran más cautas a la hora de conceder operaciones de financiación… pues tenemos un jaleo de no te menees, que vienen muchas curvas.

Y si eso fuera todo, pues corregiríamos el amargo sabor de tal amalgama con un chorrito de Keynes, es decir, incremento del gasto público (ya que si  el sector privado no gasta porque no tiene financiación y el sector público tampoco, a ver quién se supone que va a tirar de la demanda) razonable y útil, y resuelto. Un gazpacho de toma pan y moja y a otra cosa. La clave está en “útil” y “razonable”.

Lo malo es que tenemos una coctelera que deja bastante que desear y la calidad de los ingredientes tampoco es para echar cohetes. Con toda la cocina patas arriba, tenemos que tener en cuenta a esos entrañables personajes, rapaces carroñeros, sinvergüenzas, falaces, inmorales y despiadados, conocidos como “los mercados” o más vulgarmente como “especuladores” que, valiéndose de sus vomitivos apéndices (léanse aquí “agencias de calificación crediticia”, inocentes, objetivas, rigurosas e imparciales, tales que Fitch, Moody´s y Standard & Poor´s), nos succionan hasta los rebordes del batido. Y al ir a por él, no queda. Nos ha jorobado mayo con las flores.

Pues con este panorama, los Estados (más bien sus políticos o demasiado listos o demasiado tontos y que conste que yo me decanto por lo primero), se lían a emitir deuda, regalar dinero de varias formas más que criticables y hacer una serie de concesiones fiscales (i.e. Impuesto de Patrimonio, Impuesto de Sucesiones, etc.). Balance: menos ingresos y más gastos, con lo cual, déficit al canto. ¿Para qué? Para agravar la situación. Huy, que me he equivocado, ha sido un lapsus, quería decir para intentar mejorar la situación. Es que a uno, a estas edades le pasa lo que al aforismo de Aristóteles (El sabio no siempre dice lo que piensa, pero siempre piensa lo que dice), pero a sensu contrario.

Y tras varios amagos de default (sí, me refiero a Grecia), pues lo suyo es convocar una rueda de prensa, comparecer ante las Cortes o lo que se tercie y anunciar un paquete (el que nos van a meter hasta la médula) de medidas de recorte del déficit y del gasto público, incremento de impuestos indirectos, directos (aquí sólo para las rentas medias) y especiales que, por supuesto, vamos a pagar los de siempre. Y luego decimos que los ricos son los demás, con la de  facturas ajenas que pagamos porque vamos sobrados…

Lo más importante, según lo que llevo varios días leyendo, oyendo y viendo en los medios de comunicación de mayor difusión, donde trabajan los mejores y menos escrupulosos mercenarios de la palabra y/o de la noticia y también los mayores ignorantes de la realidad circundante, pero por contra mejores valoradores (ya sé que no viene en el diccionario) y opinantes de la misma, es calmar a “los mercados” (ver más arriba). Es decir, que se sacrifique económicamente la mayoría de la población para que, la minoría que no lo hace, pueda seguir ganando mucho dinero y no se acojone por la posibilidad de o bien no poder seguir especulando a gusto o bien no cobrar los rendimientos que tan honrosamente se ganan. A pulso, diría yo.

Pues le manda huevos que lo más importante no sea remendar el boquete que tenemos en las cuentas públicas por tanto despilfarro innecesario y malísima gestión (y aquí me refiero en todas las épocas y a partidos y personajes de todo signo ideológico aparente) y tratar de evitar por todos los medios que se ensanche la brecha entre los que más tienen y los que menos, cuando éstos últimos se incrementan en número de forma alarmante últimamente.

Otro día doy mi opinión al respecto, que ahora, como por desgracia tengo sangre en las venas, estoy bastante mosqueado y lo mismo escribo algún improperio si sigo dándole a la tecla. No por pasar por experto en el tema, que no lo pretendo (al contrario que los mercenarios o sonámbulos mencionados antes), sino como un afectado más. Me gustaría reconocer al opinar que no sé nada, pero como no estoy en condiciones de hacer una apología socrática (más que nada porque no me considero tan sabio como para reconocer que no sé o porque me considero demasiado soberbio para hacerlo, os dejo elegir), pues irá marcada obviamente por la subjetividad, la mía. Para disentir se inventaron los comentarios ;)

 

PD: madre mía. Acabo de buscar en Google una referencia para enlazar la expresión “default” para quien no sepa lo que es y la primera entrada de todas es la página de La Moncloa. Probadlo si no me creéis…

3 comentarios:

A las 15 de mayo de 2010, 12:43 , Blogger asw ha dicho...

Ha sido una buena entrada, me gustaría que siguieras en esta línea. El término "Default" es una palabra baúl con muchos significados, además de impago, defecto, omisión o preconfigurado. Como bien sabes, el sentido que se quiere dar es el de "impago", asociado a los CDS (Credit Default Swap), un producto financiero que usa una triquiñuela matemática para intercambiar deuda, muy útil cuando la morosidad es muy reducida, pero explosivo cuando la mora crece.
Todos estamos mosca con los mercados, porque parece que a la mano invisible de Adam Smith la haya atrapado una trampa para ratones, también invisible, por supuesto. A ver is la cosa remonta, y si no remonta, pues ¡a vivir, que son dos días!

 
A las 15 de mayo de 2010, 21:14 , Blogger Carlos ha dicho...

La mano invisible de Adam Smith pretendía justificar que el mercado era un instrumento benefioso para la sociedad, como una forma eficiente de asignación de bienes y recursos (eficiente en sentido económico, no social). Sin embargo, la premisa para que el/los mercado/s tengan tal carácter es que sean transparentes y de competencia perfecta. Ahora no lo son.
La manipulación de los mercados bursátiles, de futuros, de divisas, derivados, etc. me parece más que evidente. Y además, los grupos de noticias que difunden la información pertenecen a quienes los controlan.
Es curioso que una de las agencias más importantes, Reuters, es también la mayor fuente de información de mercados "en tiempo real". La semana pasada demostró que ese "tiempo real" es relativo (vamos, que se ve que los que la recibimos estamos quietos mientras que ellos debían de estar viajando a la velocidad de la luz, creo que me entiendes por dónde voy...).

 
A las 16 de mayo de 2010, 12:04 , Blogger asw ha dicho...

La propia naturaleza de las agencias de calificación hace que sean organismos interesados. La única forma que se me ocurre de solucionar esto parece ser democratizarlas, para que haya muchas y estén participadas por los diferentes intereses de la sociedad en forma proporcionada. Y aún así no sería un buen sistema, sino sólo el menos malo.
Contar con información sensible antes que la mayor parte de los actores de mercado es evidentemente una clara ventaja en Bolsa, como ejemplifican algunas películas clásicas que seguro has visto. Por cierto, en otoño estrenan la secuela de la peli "Wall Street" donde el sr. Gecko vuelve a la carga.

 

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