El diccionario de la RAEL define riesgo como "contingencia o proximidad de un daño", refiriéndose a contingencia como "posibilidad de que algo suceda o no suceda". Partiendo de esa acepción de riesgo como una posibilidad, ésta puede ser mayor o menor, aunque prácticamente siempre exista.
Me explico. En las inversiones financieras, siempre concurre un riesgo (sí, he puesto SIEMPRE) y normalmente el invertir en algún instrumento con mayor riesgo que otro supone que la rentabilidad puede ser bastante mayor, pero casi siempre que también es mayor la posibilidad de pérdidas. Pongo que siempre hay un riesgo, ya que incluso en un depósito a plazo fijo existe un riesgo de recuperación del capital entregado en depósito, ya que la entidad donde se ha depositado puede tener dificultades financieras y nunca ninguna entidad (y con ello incluyo a los Estados mismos) puede garantizar una solvencia financiera al 100%. Tranquilos los que tengan plazos fijos porque esa posibilidad es infinitamente más baja que en otros supuestos, pero insisto en que decir de un plazo fijo que no tiene riesgo, es estrictamente incierto, aunque la probabilidad de que algo vaya mal sea tan pequeña que incluso se pueda despreciar.
Ilustro estos ejemplos porque me resulta curiosa la forma que tenemos de tomar las decisiones económicas (casi todas las decisiones que tomamos en la vida tienen algún componente económico) y casi nunca caemos en la cuenta de que lo que tenemos como seguro no lo es realmente y que a veces, puede merecer la pena arriesgar.
En función de un mayor riesgo asumido suelen ir unos mayores beneficios probables. El aforismo de que "el que no arriesga no gana" es cierto. Y no hay nadie que no arriesgue, ya que, dado un supuesto cualquiera en el que un sujeto deba decidir entre variar una situación preexistente o mantenerla siempre va a decidir, tanto si decide cambiar como preservar y esa decisión supone afrontar un riesgo y un "coste de oportunidad", que es el de la otra decisión posible. Otra cosa es que el que arriesgue menos, puede ganar menos.
Muchas empresas, cuando cambian las circunstancias de mercado, no han sabido valorar correctamente la situación, y han decidido seguir con sus modelos tradicionales de mercado, ya que variarlos suponía una inversión que podrían perder. El resultado de las empresas a que me refiero ha sido que por no arriesgar e invertir una parte de sus beneficios en nuevos modelos de su mercado, se han quedado fuera del carro de cabeza y han sido expulsadas del mercado. Es decir, que por no arriesgar un poco, lo han perdido TODO. Ha sido el caso de varios fabricantes de relojes que no quisieron pasarse al cuarzo, de fabricantes de reproductores de música que no se adaptaron a tiempo al mp3 y de muchas otras empresas que no supieron escuchar a sus clientes y sus empleados. Varias otras hicieron lo contrario y avanzan cada día con más fuerza (Google, Apple, etc).
Con ello, llego a la conclusión de que trabajando para otro(s), la impresión de la mayoría de las personas es de seguridad, ya que los riesgos los soporta el empleador en cuanto a su negocio, cuando en realidad, insisto, es que aparte de otros factores no estrictamente económicos, pueden suceder acontecimientos que desvirtúen esa aparente seguridad y la sustituyan por incertidumbre. Lo que se gana a cambio de esa menor exposición al riesgo de la autonomía es la nómina que se percibe cada mes.
Sin embargo, cuando alguien decide trabajar para sí mismo o para una empresa propia, en su caso, arriesga más en cuanto a que asume los resultados de su propia gestión y negocio, con un relativamente alto coste de oportunidad y la posibilidad de no ganar nada o incluso perder lo que ya tiene, pero los beneficios potenciales no tienen límite. Realizando un cálculo matemático de la idoneidad de una decisión basada en términos de beneficio probable/riesgo, tenemos que,
Trabajo por cuenta ajena= beneficio probable (nómina) / riesgo (algo superior a 0, ya que todas las situaciones tienen riesgo).
Trabajo por cuenta propia= beneficio probable (infinito) / riesgo (algo inferior a 100, para exagerar).
Y dividiendo infinito entre cualquier número da infinito, con lo que ya sabéis cuál es la opción óptima para los ambiciosos, jeje. Quien tiene suficiente con su nómina no necesita asumir más riesgo del que ya soporta, pese a que sigue dependiendo de que los resultados de su empresa se mantengan en unos límites asumibles.
Etiquetas: EconomÃa
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